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La Leyenda de El Suspiro del Moro y La Silla del Moro

Te invitamos a seguir conociendo la historia de Granada a través de sus misterios y encantos. En este caso, de la mano de “El Suspiro del Moro”, una de las leyendas de la Alhambra que perdura de generación en generación. Actualmente, si viajamos en dirección a Motril, podemos encontrar, entre las poblaciones de Otura y El Padul, un punto kilométrico que se denomina precisamente así, El Suspiro del Moro.

Leyendas de Granada Silla del Moro y Suspiro del Moro

Y es que cuenta la leyenda que, cuando los Reyes Católicos –Fernando e Isabel- se asentaron en el reino de Granada en 1492, el último rey, Boabdil, tuvo que emprender su exilio. Sin encontrar resistencia, los Reyes Católicos izaron su bandera en la Alhambra como símbolo de victoria.

De este modo, Boabdil y su séquito emprendieron su camino rumbo a Las Alpujarras almerienses (concretamente a Laujar de Andarax). Abatido y sin poder volver la vista atrás, se cuenta que, en un momento dado, ya lejos de la Alhambra, se paró en seco sobre una colina. Precisamente, la que hoy se conoce como El Suspiro del Moro.

Desde allí volvió la mirada hacia la ciudad, suspiró y rompió a llorar añorando la tierra perdida. Su madre, Aixa, le reprendió con una famosa frase:

“Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”

Con ella, mostraba su enfado, ira y vergüenza, ya que Boabdil se resistió sin luchar.

Si te ha gustado este relato, te aconsejamos visitar un lugar con encanto en Granada: la Silla del Moro o Castillo de Santa Elena. Se trata de un conjunto de pequeñas torres amuralladas que fueron construidas en el siglo XIV para vigilar el Generalife. Según cuentan las leyendas de Granada, los modales del rey Boabdil provocaron un motín entre el pueblo y el rey huyó a la colina cercana a la Alhambra. Allí se resguardó, pudiendo observar el alzamiento; por eso, se la conoce como Silla del Moro.

Llama la atención el hecho de que haya toda una red de túneles que la conectan con el Generalife. De hecho, se cuenta que el lugar está lleno de tesoros ocultos abandonos por los musulmanes. Está ubicada en el Cerro del Sol, justo en la subida hacia el área recreativa conocida como “Llano de la Perdiz”. Aunque hoy su aspecto difiere del original y sirve más bien de mirador, es un paraje recomendado, tanto para conocer a pie como para disfrutar de la naturaleza y volver al pasado.

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