Utilizamos la expresión “poner los dientes largos” cuando hacemos algo para producir un sentimiento de envidia (”te pongo los dientes largos”) o también significar sentir envidia.
En realidad su origen nada tiene que ver con la envidia pero sí con el acto de desear algo, y viene del instinto del animal de matar su pieza una vez que le haya interceptado. En ese instante el animal levanta el labio superior de su morro, comienza a salivar y deja a la vista sus largos colmillos (dientes). De la misma manera se pone un humano cuando se encuentra frente a un delicioso plato de comida. Por lo tanto esta expresión se usa para con todo aquello , sobre todo material , que uno desearía conseguir y que no puede.